Entrevista a Nino Oliver: El Perdón y la Fundación Marcelino Oliver

Entrevistador: Nino, gracias por estar aquí con nosotros. Tu historia personal y la creación de la Fundación Marcelino Oliver han tocado muchos corazones. Para empezar, ¿podrías contarnos qué te llevó a fundar esta organización?

Nino Oliver: Gracias por la oportunidad. La Fundación Marcelino Oliver nació de un momento de profundo dolor. Mi padre, Marcelino, era un apasionado del ciclismo, y en 2013, mientras practicaba su pasión, fue atropellado por un coche en una carretera nacional. Ese accidente le costó la vida. En ese momento, mi mundo se derrumbó. Pero, en medio de la tristeza y la rabia, tomé una decisión que cambió mi vida. Decidí perdonar al conductor responsable. No fue fácil, pero sentí que era el único camino para sanar y honrar la memoria de mi padre, en los valores que el siempre nos enseñaba.

Con el dinero de la indemnización, no me fui de viaje, ni me compre un coche o buscar abogados para ir por el chico y alimentar mi rencor o buscar venganza, creamos la Fundación Marcelino Oliver. Quise que su legado fuera de amor, apoyo y solidaridad. La fundación se dedica a ayudar a víctimas de accidentes ciclistas y a sus familias, ofreciendo apoyo psicológico, médico y legal, además de promover el ciclismo adaptado y la seguridad vial. También trabajamos en campañas solidarias, como la entrega de alimentos a familias vulnerables, porque creemos que el cambio empieza con pequeños gestos de humanidad y nuestro equipo ciclista femenino que el quería desarrollar.

Entrevistador: Hablas del perdón como un pilar fundamental. ¿Qué significa para ti perdonar, y por qué crees que es tan importante en nuestra sociedad?

Nino Oliver: El perdón, para mí, es liberarse de una mochila llena de piedras que cargas en la espalda. Es soltar el rencor, la rabia y el dolor que te atan al pasado. Cuando perdoné al conductor que atropelló a mi padre, no lo hice por él, sino por mí y por mi familia. Quería recordar a mi padre en todos sus sentidos, por su amor al ciclismo, por su alegría, no por el odio hacia alguien. Perdonar me permitió transformar esa tragedia en algo positivo, como la fundación.

En nuestra sociedad, veo mucho enfado, división, gente esperando que el otro dé el primer paso. Pero el perdón es proactivo. No se trata de justificar lo que pasó, sino de elegir la paz interior. Creo que si todos practicamos el perdón, viviríamos en un mundo menos tóxico, más conectado. Es como abrir una ventana para que entre aire fresco. Y con la fundación, queremos mostrar que el perdón puede ser una herramienta para construir, no para destruir.

Entrevistador: Eso es muy poderoso. La Fundación Marcelino Oliver no solo apoya a víctimas de accidentes, sino que también impulsa proyectos como el equipo ciclista femenino Soltec Team y campañas solidarias. ¿Cómo conectas estos proyectos con tu visión del perdón y el cambio social?

Nino Oliver: Todo lo que hacemos en la fundación está conectado con la idea de transformar el dolor en esperanza. Por ejemplo, el Soltec Team Costa Cálida, nuestro equipo ciclista femenino, es un proyecto que promueve la sostenibilidad, el empoderamiento de las mujeres y los valores del deporte. Es una forma de decir: “Sigamos pedaleando, incluso después de las caídas”. Mi padre amaba el ciclismo, y este equipo es una manera de mantener viva su pasión mientras damos oportunidades a jóvenes talentos y concienciamos sobre la seguridad vial.

Las campañas solidarias, como “Que nadie pase hambre en Navidad”, donde donamos miles de kilos de alimentos, son otra forma de extender esa filosofía de dar sin esperar nada a cambio. En 2020, ayudamos a más de 7.000 familias afectadas por el COVID-19. Creo que el perdón y la solidaridad van de la mano, ambos son actos de dar, de construir puentes. Queremos que la gente vea que, incluso en los peores momentos, hay espacio para la generosidad.

Entrevistador: Si pudieras cambiar algo del mundo, ¿qué sería?

Nino Oliver: Cambiaría la forma en que nos relacionamos con los demás. Vivimos en un mundo donde el odio, el rencor y la polarización están a la orden del día. Nos peleamos por política, por fútbol, por diferencias que, al final, no deberían separarnos. Me gustaría que la gente entendiera que todos llevamos heridas, pero también tenemos la capacidad de sanarlas. Fomentaría una cultura del perdón y la empatía, donde escuchar al otro sea más importante que tener razón. 

También cambiaría la falta de respeto hacia los más vulnerables, como los ciclistas en las carreteras. Me duele ver que aún hay conductores que no respetan el metro y medio de distancia. Con la fundación, trabajamos para concienciar sobre esto, porque, como decimos, “en metro y medio cabe una vida”. «Me duele, porque muchas veces detrás de un simple pensamiento del conductor ‘pues que se quite’ hay una vida entera que se apaga. Detrás de cada ciclista hay una familia que lo espera, un niño que sueña con ver llegar a su padre, o, como en mi caso, un abuelo que nunca llegó a celebrar el cumpleaños de su nieto Hugo, al día siguiente de su muerte.»

Entrevistador: ¿Qué mensaje final te gustaría dejar a nuestro público?

Nino Oliver: Que no tengamos miedo de dar el primer paso. Perdonar no es débil, es valiente. Ayudar a alguien, aunque sea con un pequeño gesto, puede cambiar su mundo. La Fundación Marcelino Oliver es la prueba de que, incluso de las peores tragedias, puede nacer algo hermoso. Invito a todos a sumarse a nuestros proyectos, ya sea apoyando al equipo ciclista, participando en nuestras campañas solidarias o simplemente compartiendo el mensaje del perdón. Juntos, podemos hacer que el mundo sea un lugar más humano.